Orgullo y -sin- Prejuicio

“¿Para cuándo encargas?”

“Muchacha, no lo pienses mucho que se te pasa el arroz.”

“Una mujer sin hijos es un árbol sin frutos.”

“Pero… ¿Y no te arrepentirás de no tenerlos?”

“Tú dices eso ahora porque todavía eres muy joven, deja que pasen unos añitos pa’ que veas.”

“Eso es un egoísmo tuyo.”

(…)

Señores, basta ya. Podría pasarme toda la noche escribiendo todas las preguntas, argumentos, repuestas y hasta falacias que me dan cuando hablo del tema “procrear” (siempre porque me preguntan -aclaro- no porque yo lo saque a colación) y honestamente me parece una intrusión y una violación a mi persona. Yo no “voy a encargar” porque un hijo no es un special lo mein de mi restaurante chino favorito. A mí “no se me va a pasar el arroz” porque mis óvulos no son un risotto.  No sé si “me arrepentiré” porque no poseo el don de la clarividencia (¡ay, caramba! y lo bien que me vendría).Y no, tampoco soy “muy joven” para no saber lo que quiero -o al menos eso creo- en mi vida.

Me molesta no, me irrita, me exaspera, me drena absolutamente, esa noción arcaica de que “las mujeres tenemos el deber de parir” ¿El deber con quién? ¿O con qué? ¿Con la humanidad? Pues no, yo no le debo nada a nadie. Me niego a pensar que habitar la Tierra y asegurar la continuidad de mi especie es mi único -o esencial- propósito de vida. Yo importo, como individuo, como ser, como mujer, con o sin mandamiento divino o plan maestro. Me rehuso a necesitar a alguien más para complementar mi vida, para “sentirme plena” o como “árbol con frutos”. Yo me siento plena tal cual, no necesito nada más que me llene, porque no existe tal vacío, al menos no uno afectivo que deba ser llenado por otra persona. ¿Sueno “egoísta”? Tal vez. O tal vez no existe mayor egoísmo que el de tener hijos por miedo a nuestra inminente soledad…

No me malinterpreten, no quiero hacer de este post una cruzada feminista (los que me conocen saben que no lo soy en absoluto). Yo siento una profunda fascinación por las mujeres que deciden ser madres, pero por las razones correctas: porque lo desean, porque tienen ese instinto de nutrir -que todas las mujeres tenemos en alguna medida- más desarrollado que el mío. No porque se sientan presionadas por la sociedad y sus vestigios decimonónicos.

Un abrazo a mis amigas que son madres, solo ustedes saben los sacrificios que han tenido que hacer y vencer en sus vidas para ello. Mi total admiración.

Otro abrazo a las que no lo son, pero quieren serlo en algún punto. Recuerden la gran responsabilidad en la que se embarcarán y no tomen una decisión tan importante, como lo es traer a otro ser viviente a este mundo, a la ligera. Se los ruego.

Y un último abrazo a las otras, como yo, que no lo somos ni seremos. No hay nada de qué avergonzarse, no tengan miedo de sentirlo ni usen eufemismos superfluos para expresarlo. Es nuestro derecho, ¡no dejemos de usarlo!
 

 

 

 

Meditaciones… Y no de Marco Aurelio

Yo siempre decía que solo tendría un blog el día que tuviera algo importante que contar en él… Como también decía que yo solo sería del Madrid mientras Beckham estuviera en este. Esa es la vida, un eterno vaivén de emociones y actitudes cambiantes. Y qué bueno que así sea,¿se imaginan vivir la vida en línea recta? ¿En blanco y negro? ¿Con la misma canción de fondo, como en las películas de terror? “Pam pam pampam pam” (si usted no trató de tararear este pampam pam en su mente, usted es una persona sin imaginación y le sugiero que no siga leyendo). Yo no. Yo vivo mi vida un día a la vez. Ya no uso expresiones como “tal cosa no me gusta” o “Fulanita qué mal me cae” en vez digo “no me gusta/agrada de momento, quizás más adelante cambie de parecer”.

Dicho esto, y antes que siga divagando, me molestan las personas que me dicen categóricamente que algo no les gusta. No, señores, no se expresen así… La vida parece corta pero en realidad es larguísima. Y tiempo para cambiar de opinión sobre un tema (incluso hasta uno moral) siempre hay. No se cierren a las experiencias. Vayan a ver al cine esa película que a otros no les gustó. Prueben las comidas con nombres raros en la carta del restaurante tailandés de su preferencia. Dejen que YouTube les ponga canciones con el ‘autoplay’. Escuchen rock, salsa, pop, ópera, -ya reguetón no, porque uno también tiene que tener un control- pero escúchenlo casi todo. Es bonito descubrir cosas que no sabíamos que nos podrían gustar, es muy bonito descubrirse a uno mismo. Mírenme a mí… No sabía cuánto iba a gustarme escribir toda esta mierda aquí para ustedes y ya me ven 🙂

PD: Dedico este post para todos los que no tenían idea de cuánto les podría gustar algo/alguien y hoy no pueden vivir sin eso/ese.  Te amo, Pinot Grigio!

El amor en los tiempos del cólera… Digo, Facebook 

“Status update: Tratando de entender la vida. Y cuando digo ‘vida’ digo a la humanidad. Y cuando digo ‘humanidad’ digo a los hombres. Y cuando digo ‘hombres’ digo a UN hombre. Y cuando digo ‘un hombre’ digo a ti. Sí, a ti mismo, hijo de puta, que me tienes aquí escribiendo toda esta mierda en una red social. ”

Firma: Una chica pasando por un mal momento.

Muchachitas, por favor, no… Si a la persona en cuestión no le importó tu falta de entendimiento por la “vida”, no nos hagas a nosotros (tus contactos) cuestionarnos si entendemos la vida, la humanidad, EL MACHO, o todos los machos en general. A ver Ghost -salivando por lo perfecto que era Patrick Swayze- comiendo helado. A escuchar cuanta canción romántica se haya escrito y que en ese momento de susceptibilidad piensas que todas bien pudieron haber sido escritas para ti y tu situación amorosa. A escribirle a tus hermanas, primas, amigas (os) hasta que nadie te pare bola ni te conteste los whatsapps por lo cansina que eres con el tema “él”. Pero nunca, bajo ningún concepto -y digo ‘nunca’ sin hipérbole- escribas un status update que no tuviste la valentía de escribirle directamente a la persona en cuestión pero sí de ponerlo en público para el resto del mundo. Gracias.

Firmamos: Todos los usuarios de Facebook.